viernes, 15 de julio de 2011

I Triatlón Sierra Nevada: desafío total

Seguramente no haga falta recordarlo (todos lo tienen bien presente en sus entrenamientos), pero el domingo de la semana que viene el despertador sonará a las 5 de la madrugada y cientos de triatletas pondrán rumbo al embalse de Los Canales. Allí dará comienzo el I Triatlón de Sierra Nevada, al que muchos medios no han tardado en calificar como el "más duro del mundo". En Motivate Iron Team no hay dudas: lo será. Pero, ¿estarán preparados realmente nuestros triatletas para afrontar un reto de tales dimensiones? La preparación y la fuerza habrá de ser no tanto física como mental, todos sabemos como funciona el juego. El deportista trata de no pensar en lo que queda por delante, disfrutando de cada metro conquistado, ignorando las agujetas, los pinchazos, haciendo caso omiso al dolor, trayendo a su cabeza una y otra vez un único pensamiento: lo voy a conseguir. Analizando a los nuestros podríamos decir que Francisco "Tiburón" Platero suele mantener una buena simbiosis con el medio acuático, que Roca "Motivao" Mena posee el mejor equilibrio entre segmentos, que Javier "Tractor" Cervilla podría dinamitar la prueba en bicicleta, y que Juan "Gancho" Morales volverá a pasar las de Caín en el agua. ¿Les será fácil mantenerse fuertes y no desfallecer a lo largo de los 1500 metros de natación, más de 40 kilómetros de ascensión en bicicleta y 10 kilómetros de carrera a 2000 metros de altura? ¿Lograrán nuestros Filípides particulares esquivar la mala lotería de las sirenas y los servicios de urgencias? Y lo que es más importante (al menos para los que gustan de sangre, sudor y cuchillos), ¿competirán o irán de la mano? El domingo 24 de julio lo veremos...

Los ansiados laureles del Ironman Hawaii

lunes, 11 de julio de 2011

El gran coloso blanco

Cuando el tiempo empieza a transcurrir más rápido que los kilómetros, no cabe duda: estás escalando un gran puerto y hace rato que las piernas sacaron la bandera blanca. En estas circunstancias se vieron nuestros triatletas en la pasada XVIII Subida Cicloturista al Veleta. Hubieron de sufrir como nunca, antes de coronar el más clásico de los puertos granadinos, recurriendo una vez más a la épica, porque cuando las fuerzas fallan solo queda echar mano a eso que unos llaman corazón y otros huevos. El agotamiento pasa a un segundo plano, y es entonces cuando el orgullo comienza a dar pedales. Casi 4 horas después echas el pie a tierra tras cruzar la meta a más de 3000 metros de altura. Miras hacia abajo y cuesta creelo. El frío, el viento, la nieve, las cabras, el reguero interminable de hormigas sobre ruedas... otra gesta.

Comencemos. El pasado 9 de julio a las 8:30 de la mañana daba comienzo en Granada la XVIII Subida al Veleta, una marcha cicloturista con un total de 49 kilómetros en continuo ascenso. Entre los participantes, como no, nuestro cuarteto habitual, que comenzaba a rodar de forma suave y tranquila en los primeros compases. Apenas transcurridos 10 minutos de lo que parecía ir camino de convertirse en un apacible paseo, Cervilla se colocaba a la cabeza y empezaba a tirar del grupo, obligando a más de uno a hacer la goma. Rostros crispados y sufrimiento silencioso. El cuarteto comenzaba a adelantar bicicletas sin descanso bajo la dictadura de la rueda del Tractor de Las Gabias, que mantuvo una media de entre 13 y 14 kilómetros durante gran parte del trayecto. No sería hasta la zona de las Sabinas cuando redujo el ritmo, dando un respiro a un grupo que ya empezaba a tener serias dificultades para seguir su rueda, una rueda que comenzó a desinflarse a la altura de Pradollano, cuando Cervilla comenzó a sentir como las fuerzas le abandonaban. Su tentativa de dar la vuelta al manillar y pedalear de vuelta a casa fue abortada en varias ocasiones por el resto del grupo. El "tractor" sucumbía finalmente bajo el fuego de su propia artillería. A falta de 15 kilómetros el grupo se detuvo para comer y reponer líquidos en el último puesto de avituallamiento dispuesto por la organización. Plátanos, dulces y cacahuetes a mansalva, un oasis de carbohidratos que pocos osaron saltarse. A partir de aquí el ascenso se convirtió en un auténtico rosario de altibajos y penurias: piernas lastradas, gemelos hinchados, fuertes ráfagas de viento, piedras y arena en el camino. Aunque el mayor contratiempo una vez más hubo de sufrirlo Cervilla, quien hubo de ser empujado moralmente por Platero en un nuevo intento por abandonar la misión. Mientras tanto, Roca y Morales continuaban más adelante a velocidad crucero, lo que permitió a la pareja rezagada conectar con ellos en el último kilómetro, un kilómetro infinito que parecía querer burlarse escondiendo la meta tras cada curva. Finalmente sonó el pitido del chip y el grupo se vió flanqueado por las banderolas de los patrocinadores. Misión cumplida.